Monday, September 18, 2006

Fronteriza

En el umbral del paraíso
siempre se extrañan
las caras de la luna.

El ojo de los ángeles altivos
reduciéndose a nada en el silencio.

Los pasos que se dan
en el umbral del paraíso
son dudosos, escépticos,
caninos
de esos de perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo.

Siempre aparecen las caras de la luna
al pie del paraíso.
Casi igual que silencios apretados
como un cruel alarido;
casi como la sombra de un diamante
technicolor;
y el frío
de la altitud sobre el nivel del mar
uterino
cala hasta la médula del hueso anfiteatral morguiástico
del infierno perdido
perdido
por al fin
encontrarte.