Thursday, September 21, 2006

fragmento II

Desperté

con la dulzura de tu piel en las manos

sombra de blanca luz que toqué a oscuras

y los batientes cueros de tambores alados

aún vibrando en mis dedos.

Cálido viento suave como aliento

horno de luz de almendra de sombra de humo de tierra;

frescor amaneciente, fragor amenazante

hoja de lluvia que se detiene entre sus verdes venas.

Soñabas que las hijas de la noche

revoloteaban agoreras sobre tu vientre,

que sábanas de espuma navegaban

sobre el mar de tu pecho;

que el rumor de las huestes galopando

en el centro perdido de la noche

recorría tus piernas.

Entonces fui el universo de portales abiertos,

un arado que en círculos concentra

en tu ombligo el secreto.

La palabra, abierta y puntiaguda,

articulada por la lengua de fuego

extinta, es sólo tinta,

derramada en el suelo.